NODIO ¿El proyecto X de la comunicación?

Como trabajadores de medios, queremos compartir algunas consideraciones y nuestra posición al respecto del alcance y función de este observatorio, el cual ha suscitado diversos debates.

Comisión Directiva de ATRaNa

NODIO ¿El proyecto X de la comunicación?

La Defensoría del Público anunció la creación de NODIO, argumentando que “trabajará en la detección, verificación, identificación y desarticulación de las estrategias argumentativas de noticias maliciosas y la identificación de sus operaciones de difusión” según explicara la funcionaria al frente, Miriam Lewin, en su presentación.

En ese mismo acto la diputada y doctora en Ciencias Sociales, Florencia Saintout, celebró la creación del Observatorio y remarcó las consecuencias reales que produce la violencia simbólica. Puntualizó que los discursos de odio tienen un recorrido en las redes, pero también “siguen construyendo agenda en los medios tradicionales, que además están hiperconcentrados”. Luego señaló que esos discursos están todos enfocados contra minorías: por ejemplo, las mujeres. Cerró su ponencia deseando que el observatorio sea un lugar de debate sobre la concentración, la relación con la desinformación, sobre las éticas profesionales, sobre el vínculo entre medios de comunicación y política y que se puedan producir datos a interpretar para no resignar la condición de verdad de la información. Remarcó que contra los discursos de odio no se lucha con la prohibición, sino que “debe ser la sociedad a través de procesos de maduración quien pueda ponerle un fin a esos discursos”. (https://defensadelpublico.gob.ar/llego-nodio-el…/)

Si nos detenemos en lo que dice Lewin sobre cuál sería la tarea de NODIO, vemos que el Estado se daría la tarea de detectar “noticias maliciosas” y desarticularlas. La primera pregunta que nos surge es ¿cuáles serían esas “noticias maliciosas”? ¿Las que digan qué? Porque si tomamos como “noticia maliciosa” algo que es probadamente un engaño o una mentira, existe ya la forma de desarticulas  mediante la justicia que prevé sanciones para estos casos. Entonces, si no están tipificadas en el código penal, ¿cuál es el criterio que se utilizaría para  detectar, verificar e identificar esas “noticias maliciosas”?

Saintout avanza en la argumentación y se mete con la “violencia simbólica” y sus “consecuencias reales” y que el problema radicaría en que estos “discursos de odio” “construyen agenda en los medios tradicionales, que además están hiperconcentrados”. Acá aparece uno de los puntos clave de la cuestión. La hiperconcentración de medios. Cabe recordar en este punto que la concentración de los medios es posible gracias a la autorización y promoción del Estado. Las fusiones, compras y ventas de medios, frecuencias y señales son autorizadas por el Estado, es decir que esa hiperconcentración de la que se queja el Estado, es responsabilidad del mismo Estado.

NODIO llega entonces a disputar desde el Estado la “agenda” de los medios hiperconcentrados al tiempo que propicia esa hiperconcentración que les permite poner en agenda lo que consideren de su interés.  Pero si la disputa es con quienes no quiere disputar ¿Quiénes serán entonces el blanco de NODIO?

Cabe recordar que son las patronales de los medios las que fijan las líneas editoriales y quienes titulan, y editan las notas que son firmadas por trabajadores o rescriben informaciones que los trabajadores leen en radio o TV. Sin embargo las causas judiciales que disputan las “noticias maliciosas” son contra los trabajadores que firman o reproducen la línea editorial de las empresas a pesar que la propiedad de lo escrito pertenece a las patronales.

“Violencia simbólica” y “discursos de odio” son términos amplios para la disputa de la verdad. Saintout en su discurso sostiene que  “esos discursos están todos enfocados contra minorías: por ejemplo, las mujeres”.  El último censo en Argentina arrojó que cada 100 mujeres hay 94,8 varones, es decir que la idea de que las mujeres somos una minoría es parte del “capital simbólico” de la diputada. Lo simbólico entonces se inscribe en lo que uno percibe, más no necesariamente en la realidad.

Los “discursos de odio” son un tema que tiene su complejidad. El “odio” en sí mismo no es un crimen, y en nuestro sistema penal  reconocen que la legislación respecto de los que son los “discursos de odio” tiene sus baches por lo que cada caso se debe tratar en particular, ya que el roce constante con la libertad de expresión y sus límites es un problema que todavía no se pudo zanjar.  ¿Quiénes compondrán el tribunal que juzgue en qué casos estamos ante un “discurso de odio”? La diputada agrega que “debe ser la sociedad a través de procesos de maduración quien pueda ponerle un fin a esos discursos” dice Saintout al final de su alocución. Si esto es así entonces NODIO no tiene razón de ser.

La escritora María Seone a su turno dijo que “los ciudadanos deben ser alfabetizados en el uso y en la estructura de la comunicación”. Interesante meta para un Estado que no puede garantizar ni siquiera  la educación pública en sus niveles obligatorios.

¿Cuál es el objetivo de NODIO entonces? ¿Monitorear todo lo que escribe y dice en los medios y redes sociales para decirnos qué pensar de lo que leemos? ¿Regimentar lo que los trabajadores escribimos en redes o por orden de las patronales? El objetivo no está claro, su necesidad tampoco pero todo intento del Estado de vigilancia de ciudadanos, en este caso de los que escriben en las redes o de lo que escriben las y los trabajadores en los medios, nos remite invariablemente al Proyecto X, que sigue en vigencia.