Lo individual versus lo colectivo. 

EL DERECHO A HUELGA EN RIESGO

El DNU 340/25 es un nuevo golpe al derecho a huelga, consagrado en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional como una conquista histórica de les trabajadores. Sin embargo, su ejercicio ha sido progresivamente restringido bajo el argumento de garantizar “servicios esenciales”, socavando su efectividad. 

En el derecho laboral argentino, existe una tensión entre lo individual y lo colectivo. Mientras el primero regula la relación particular entre un trabajador y su empleador, el segundo protege la actividad sindical, la negociación colectiva y el derecho a huelga. Las políticas de este gobierno debilitan estos derechos al priorizar la desregulación del mercado y reducir el papel del Estado, favoreciendo la concentración de poder económico. Esto erosiona la capacidad de les trabajadores para incidir en decisiones políticas y económicas, limitando la democracia y la participación colectiva. 

La reestructuración regresiva del mercado laboral que impulsa este decreto no solo precariza las condiciones de trabajo, sino que promueve la competencia individual sobre la solidaridad colectiva. 

La tensión entre lo individual y lo colectivo atraviesa toda la vida social. Aunque la libertad individual es un valor fundamental, la fuerza de lo colectivo radica en su capacidad para generar cohesión, defender derechos y construir proyectos comunes. Las grandes transformaciones históricas no surgieron de esfuerzos aislados, sino de luchas organizadas. 

La huelga es una herramienta colectiva defensiva, una paralización temporal del trabajo para frenar la explotación y exigir mejoras. Su restricción no es una “regulación técnica”, sino un acto de dominación de clase, donde el Estado protege los intereses patronales limitando el único mecanismo que tiene la clase trabajadora para resistir. La verdadera huelga —aquella que paraliza la explotación— siempre será un acto de fuerza colectiva que intentarán controlar o prohibir. 

El menemismo dejó a las y los trabajadores de Radio Nacional con salarios miserables y pagos en negro disfrazados de “productividad”. Tras el Argentinazo, comprendimos que lo colectivo no solo es importante, sino imprescindible. En 2003, comenzamos a organizarnos en asambleas, entendiendo que solo la acción colectiva puede enfrentar al poder patronal —en nuestro caso, el Estado—. Los sindicatos paritarios intentaron desarticular nuestra lucha, llegando a expulsarnos por rechazar acuerdos a espaldas de la asamblea. Este sindicato nació de esa experiencia, con decisiones tomadas en democracia directa, a mano alzada.

Hoy estamos ante un nuevo desafío, con una intervención que está asfixiando a Radio Nacional, quitándosela a los pueblos que la hicieron suya y destruyendo los salarios y condiciones laborales en una ofensiva claramente expulsiva para con los oyentes y las y los trabajadores. La esencia de un medio que ha sido un vínculo vital para la comunidad está en peligro, y con ello, el derecho a una comunicación pública arraigada en el territorio y en la gente.

Estamos llamados a defender nuestra radio, el salario y condiciones laborales en un contexto cada vez más hostil, pero eso no puede ser un obstáculo, debemos transformarlo en el impulso que nos reúna para ver como salimos juntos de esto.

Abajo el DNU 340/25.